sábado, 30 de abril de 2011

Temo el sueño


Temo el sueño.
Lo deseo y a la vez me pierde. Necesidad
de conjurar la consunción letal
que me conduce a otra parte como si se tratara
de la verdadera orilla.

Temo el despertar y el vacío estéril:
no saber quién soy ni si estoy pereciendo
o procurándome aliento
con la esperanza de una luz lejana o un signo
o un rumor diferente que rompa mi afasia.
No saber si te tengo aún o te pierdo
y me pierdo dos veces.

Giro inquieto en medio de esta noche solapada
buscando con mirada enrojecida
enloquecida
el destello del único fanal que puede ponerme de nuevo
en pie sobre el camino.

Las letras escritas en las rocas aparecen cubiertas de espuma.
No hay sal ni viento ni rumores que puedan borrarlas.
Las reescribo cada día.
Pronúncialas para que llegue
tu voz serena
aunque me consuma.



miércoles, 27 de abril de 2011

Arañadas y sangrientas


Arañadas y sangrientas están
mis manos
por el roce de los riscos.
Acuciado por la marea porfío
en la escalada.
Estas manos despellejadas testimonian
rastros de mis babeos y de mis lágrimas.
No hay otras manos
que me puedan salvar del vacío.


domingo, 24 de abril de 2011

Dicen que se agota


Dicen que se agota el mar sobre las playas
y que deposita en ellas a los hijos del olvido.

¿Cuánto hace que las playas
dejaron de existir?

Fueron una fantasía del reino de las profundidades.

En mi huída de las tormentas
las he buscado sin suerte.
A mis pies sólo se erigen ariscos farallones
y el embate de las olas me arrincona
con inclemente desprecio.

El mar no sabe del errante que busca su propia materia.

sábado, 23 de abril de 2011

Ando entre las rocas

Ando entre las rocas
pero la oscuridad es tan compacta
que debo tantear escollo a escollo
y hacer de cada paso un largo baile
de movimientos indecisos.
Para qué mirar a través de la espesura de la noche
si los sonidos no ayudan.
El mar habla una lengua colectiva
inmutable y perpetua
donde no sabes quién pronuncia primero
ni si es una descarga de lamentos o de vítores
la que se hunde apenas un instante entre las olas
ni desde dónde parte la voz
que emite tu nombre.

lunes, 18 de abril de 2011

Navego por el mar




Navego por el mar.
Es de noche y navego. El oleaje
es sordo.
La espuma recubre mis cabellos
y no hay hueco de mi muda
que esté seco.
Navego y la sal permanece entre mis uñas
formando una costra lacrimosa.
No hay ningún punto de luz en lejanía alguna
porque la distancia no existe.
No cesa el rugido del vaivén
de las olas
porque nadie lo escucha.
Navego sin encontrar supervivientes
ni dentro ni fuera de la borda que delimita
con un perfil ausente de rostros
mi vida del abismo.
Navego entre una oscilación de sombras
perdida ya la cuenta de los días.
No. No he extraviado el rumbo
tal vez nunca lo he tenido
ni se puede decir que sea ya un náufrago
puesto que hablo de las sensaciones.
Me he convertido en mar.
Una gota, la más pequeña pero avanzada cresta ondina
o una agitada secuela de la masa
que se desplaza al mandato de los vientos.
Es de noche y navego.
Mi pies se hunden en la sima de los enigmas
y embarranco.