jueves, 24 de noviembre de 2011



La luz, ¿tiene forma?

La luz ¿tiene forma?
¿O se pierde por cada ranura como una lagartija?
¿Reagrupa los cursos antiguos de los ríos?
¿Vuelve a convertir en fértil lo yermo?
¿Pone oro en las cúpulas brillantes de las mezquitas?
¿Eleva las agujas de las catedrales
o se duerme a la sombra de sus arbotantes?
¿Escala las murallas de la ciudad cercada? ¿O más bien
se convierte en el trenzado de lianas que abraza
el perímetro de los mandalas perdidos en la selva?
¿Sostiene las terrazas sobre las laderas del Huayna Picchu?
¿Descorre cortinas sobre los acantilados? ¿Calienta las viejas calzadas
por las que los romanos hicieron provincia de la vastedad?
¿Torna más solitarios los desiertos?
¿Salpica las naves de las fábricas
donde los obreros se olvidan de sus tres letras?
¿Deposita alguna esperanza sobre el destino de los presidiarios?
¿De qué ropaje viste la luz?
¿De paseante retraído, de anacoreta
o de actor del teatro Noh?
¿Permanece siempre la misma luz en la mirada
de los enamorados?
¿Disfraza el asfalto de campos de amapolas?
¿Se cuela entre las manos de los artesanos?
¿Viene la luz con el niño que nace?
¿Le dice algo la luz al moribundo?

lunes, 21 de noviembre de 2011

Es el animal

Es el animal que llevas dentro
el que te despierta bruscamente
y desfigura tu sueño.
Te zarandea y pone ante ti
el perfil de otro cuerpo
que abre axialmente tu vertical
y entra sin contemplaciones
hasta el rincón misterioso
donde enhebras los deseos.
Os refugiáis en las sombras.
Donde nada cesa.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Me pregunto si de verdad



Me pregunto si de verdad hay lugares en la memoria
más calmos o más lentos.
Hay quien lo asegura,
pero no es lo mismo. Aquella percepción
de que el tiempo apenas transcurría
no llevaba consigo apacibilidad.
No. Los días podían ser eternos
y al acostarte el desasosiego era doble
y la noche se hacía amarga:
demasiadas exigencias para tu mente de sueños.
Añádase los sentimientos,
ya se sabe, ese rosario de atracciones y rechazos
sobre los que no se podía decidir
so pena de resultar culpable.
Y la causa de la culpa estaba prohibida y tú,
personaje pequeño y carnal,
perdido en aquel mundo disciplinado y sumiso,
te condenabas en cada elección callada.
Te consumías.
No. Que no digan que hubo calma,
porque tú no la tuviste. Que no digan
que todo fue despacio. Simplemente
no iba,
todo permanecía rígido e inmóvil
como si no fuera a ninguna parte.
Debe haber aún territorios en la memoria
que te hablan y te dicen:
ocúpame.
Pero no logras hallarlos.  




sábado, 12 de noviembre de 2011

viernes, 11 de noviembre de 2011

La plenitud no existe

La plenitud no existe:
cada palmo de tu cuerpo es una pérdida
de lo que no lograste alcanzar
o una ganancia
de tenaz jugador de mal perder
al último episodio que te espera.
Y no paras de dar vueltas
como hijo del planeta que te acoge:
pero no en torno al sol ni sobre el eje
que sujeta los pasos de los hombres
sino sobre tu indefensión que es sacudida
y te va sumergiendo poco a poco
en un imperceptible punto
negro
que te devolverá al origen ineludible.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Habita cada silencio



Habita cada silencio
que respira por ti
antes de que tu sangre te obstruya la garganta
y vengativa estrangule tus palabras
o las confunda.


jueves, 3 de noviembre de 2011

Los signos en la arena

Los signos en la arena,
tan efímeros: unas ráfagas de aire bastan
para desbaratar sus intenciones
burlándose del eterno aprendiz.
Vuelta a empezar, pero ¿acaso las palabras inscritas
en los mármoles de Roma con letras de bronce
no fueron también perecederas?
Retomo mi abecedario de polvo
y de cenizas,
pues sé que cuando sus caracteres vuelen
llevarán consigo el rastro de mis dedos.