sábado, 19 de noviembre de 2011

Me pregunto si de verdad



Me pregunto si de verdad hay lugares en la memoria
más calmos o más lentos.
Hay quien lo asegura,
pero no es lo mismo. Aquella percepción
de que el tiempo apenas transcurría
no llevaba consigo apacibilidad.
No. Los días podían ser eternos
y al acostarte el desasosiego era doble
y la noche se hacía amarga:
demasiadas exigencias para tu mente de sueños.
Añádase los sentimientos,
ya se sabe, ese rosario de atracciones y rechazos
sobre los que no se podía decidir
so pena de resultar culpable.
Y la causa de la culpa estaba prohibida y tú,
personaje pequeño y carnal,
perdido en aquel mundo disciplinado y sumiso,
te condenabas en cada elección callada.
Te consumías.
No. Que no digan que hubo calma,
porque tú no la tuviste. Que no digan
que todo fue despacio. Simplemente
no iba,
todo permanecía rígido e inmóvil
como si no fuera a ninguna parte.
Debe haber aún territorios en la memoria
que te hablan y te dicen:
ocúpame.
Pero no logras hallarlos.  




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