lunes, 18 de abril de 2011

Navego por el mar




Navego por el mar.
Es de noche y navego. El oleaje
es sordo.
La espuma recubre mis cabellos
y no hay hueco de mi muda
que esté seco.
Navego y la sal permanece entre mis uñas
formando una costra lacrimosa.
No hay ningún punto de luz en lejanía alguna
porque la distancia no existe.
No cesa el rugido del vaivén
de las olas
porque nadie lo escucha.
Navego sin encontrar supervivientes
ni dentro ni fuera de la borda que delimita
con un perfil ausente de rostros
mi vida del abismo.
Navego entre una oscilación de sombras
perdida ya la cuenta de los días.
No. No he extraviado el rumbo
tal vez nunca lo he tenido
ni se puede decir que sea ya un náufrago
puesto que hablo de las sensaciones.
Me he convertido en mar.
Una gota, la más pequeña pero avanzada cresta ondina
o una agitada secuela de la masa
que se desplaza al mandato de los vientos.
Es de noche y navego.
Mi pies se hunden en la sima de los enigmas
y embarranco.

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