domingo, 21 de agosto de 2011

Sientes el arañazo



Sientes el arañazo de la aridez
y te agazapas maltrecho entre las plantas más inhóspitas.
Luego te asomas menesteroso a los agujeros que las bestias
abandonaron hace tiempo sabiamente
porque no podían vivir en tan ásperas tinieblas.
Todo te pesa y la traición que te haces a ti mismo
quiebra tu silencio hasta anularte.
Pero el desierto no entiende de voces desesperadas
ni de plegarias sin fe ni de llantos tardíos.
Las lágrimas se convierten en punzante cristal entre tus párpados
apenas ha brotado la amargura.
Y las palabras del hombre que se desvanece,
tus desgastadas e inútiles palabras,
de poco sirven ya si sólo son cenizas.

Maldito roedor de los deseos:
aún estás a tiempo de erguirte y hallar el horizonte prometido.
Conjura de una vez tu caminar a ciegas.
El desierto puede ser cruel,
pero el don de elegir lo llevas dentro
y aún es fértil.



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