La zona más oscura de la noche
ha entrado en mí
y hago como que la desconozco.
Se asoma al brocal de mis sentimientos
dispuesta a devorar los últimos restos de inocencia
que permanecen como huellas fósiles.
Rastros que no se resignan a ser borrados
aunque no sirvan ya para encontrar caminos de regreso.
Aquí estoy, plantado en algún lugar
cuya indefinición me agobia.
Agua y arena
juegan alternativamente a agitar el reloj invisible.
Para qué escuchar las horas
de esta parálisis.
Existencialismo visionario, un abrazo Aral,
ResponderEliminarVaya, sorprendente concepto. Siempre me he sentido bastante existencialista, no pensé que se notara tanto.
ResponderEliminarGracias, Carmen.